dissabte, 15 de març del 2014

Fukushima tres años después



Fukushima tres años después

A tres años del inicio del desastre nuclear de Fukushima, la planta sigue descargando material radiactivo en las aguas del Pacífico, sin que las autoridades (y de hecho nadie) sepan cómo detenerlo.

El origen

Recordemos que el 11 de marzo de 2011. Un terremoto de grado 9 en la escala Ritcher, al que siguió un tsunami una hora después, generó la destrucción de los sistemas auxiliares de los seis reactores de la central de Fukushima. Se produjo un gravísimo accidente con la fusión de los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 (que estaban entonces en funcionamiento) y con severos daños en los otros tres (que estaban en paradas de recarga o de mantenimiento). Se calcula que las emisiones radiactivas alcanzaron en pocas horas el 40% de las que se produjeron en Chernóbil. Se extendieron por el interior de la principal isla japonesa y también por el mar. Además de los seis reactores de la central número 1 se accidentaron los cuatro de Fukushima 2 y también otros cuatro en Onagawa.

La información

Lo que sucedió en el accidente de Fukushima y lo que pasó en Chernóbil, como muchos otros eventos, tienen el mismo guión, el mismo escenario, la misma cosmovisión de fondo.
De entrada, se niega que haya un accidente importante. Se dice que el accidente está controlado, que las dosis de radiactividad son de unos pocos microsieverts, que son completamente inocuas, que es como hacerse una radiografía.

En el caso de Chernóbil fueron los suecos los primeros que dieron la alarma señalando que había llegado al Ártico una cantidad de radiactividad muy alta (por cierto, se tuvo que eliminar toda la cabaña de renos en el norte de Suecia y Finlandia).Después cambió la dirección del viento y empezó a detectarse en otros países.

También en ambos casos hubo aviones y helicópteros arrojando agua, después vertiendo cemento y arcilla para bloquear los reactores afectados. Por cierto, en Chernóbil la mayor parte de las tripulaciones de los helicópteros murió en los meses o pocos años subsiguientes.
Pero, en el caso de Chernóbil, el accidente ocurrió en pocas horas y la población evacuada que vivía en las proximidades era mucho menor.

En Fukushima se produce el terremoto, luego el tsunami, llegan noticias de que hay algún problema en la central pero se dice que está todo controlado. Negación de la gravedad; después se afirmó que las cifras eran mayores, no se evacuó inicialmente a la gente, se le dijo que se quedaran en casa.

Al día siguiente asistimos a la explosión de un edificio, de un reactor, y se sostiene que no tiene importancia porque es tan sólo el hidrógeno que se ha formado; luego se empezó a evacuar, inicialmente en la zona más próxima.
Un catedrático de física sostiene que para haberse formado este tipo de hidrógeno tienen que haberse llegado a temperaturas de mil y pico de grados lo cual implica una fusión, aunque sea parcial, del reactor. Lo que posteriormente se ha confirmado, no con uno sino con al menos tres de los reactores.

Se dice que esto está controlado y que es un gas que se ha ventilado. Al día siguiente tuvimos una segunda explosión; al tercer día otra; al cuarto otra en un reactor que tiene MOX[1], una mezcla de uranio y plutonio que se usa como combustible y que es muy criticado y que, además, se funde a temperaturas inferiores.

Un momento crítico de la situación se produjo cuando Yoshida, el director de la central ya fallecido a causa de la radiación, rompió la cultura corporativa de "obedece, trabaja y calla" y disintió de sus "superiores" cuando desde Tokio le pidieron que dejara de enfriar los reactores con agua del mar porque temían que produjera más pérdidas económicas. Su valiente decisión de ignorarles, sabedor de la realidad de la catástrofe, fue crucial para evitar una fuga radiactiva mayor que habría puesto en riesgo a cientos de poblaciones, desde Fukushima hasta el mismo Tokio.

En muchos aspectos, el accidente de Fukushima recuerda a Chernóbil e incluso a lo sucedido en el reactor accidentado de la Isla de las Tres Millas, en Harrisbourg.
Es lo que se narra en la famosa película de "El síndrome de China", la de Jane Fonda, Jack Lemmon y un jovencísimo Michael Douglas, que hace de periodista comprometido.
 
La actualidad

Desde entonces Fukushima derrama cada día inconmensurables cantidades masivas de radiación letal en nuestra frágil ecosfera y lo seguirá haciendo en las próximas décadas. Cinco reactores nucleares han explotado ya en este planeta pero hay más de 400 que siguen en funcionamiento"

Transcurridos tres años del accidente, la situación sigue siendo catastrófica, "a pesar del tiempo transcurrido y de los medios tecnológicos y económicos de un país como Japón", la tercera economía del mundo, acaso el segundo o tercer país más avanzado tecnológicamente del mundo, las emisiones radioactivas de los núcleos derretidos siguen secretamente supurando.

La dura censura dictatorial de Japón ha ido acompañada de un exitoso apagón en los medios corporativos globales a fin de que Fukushima permanezca lejos de la mirada pública.".

Tres años después de las fusiones en el reactor de la planta de Fukushima, Tepco "no cuenta con una noción básica de las mediciones y el manejo de la radiación". Según palabras del presidente de la Autoridad de Regulación Nuclear (ARN) de Japón, Shunichi Tanaka.

La seguridad de la energia nuclear

Pese a que los cálculos de probabilidades apuntaban a “solo” un accidente grave en el mundo con fusión del núcleo cada 200 años. Entre el accidente de Harrisburg (1979) y el de Chernóbil (1986), pasaron solamente 7 años; y de este último al de Fukushima solo 25. Todo indica "que la probabilidad real de accidente es diez veces mayor que la calculada. No hay garantías de seguridad suficientes para controlar lo incontrolable".

Hay muchos motivos para no estar tranquilos. En "50 razones para temernos lo peor de Fukushima"[2], Harvey Wasserman -periodista, escritor, activista por la democracia y defensor de las energías renovables, uno de los estrategas y organizadores del movimiento antinuclear en Estados Unidos- recuerda algunas de ellas.

"Al menos 300 Tm de agua radiactiva están vertiéndose cada día en el océano Pacífico, en Fukushima, de acuerdo con las estimaciones oficiales hechas antes de que esos datos se convirtieran en secreto de estado. Hasta donde puede saberse, las cantidades y composición de la radiación que sale de la central constituyen también ahora un secreto de Estado, y las mediciones independientes o las especulaciones públicas se castigan hasta con diez años de prisión.
Muchos isótopos tienden a concentrarse a medida que se vierten al aire y al agua, configurando por tanto masas letales de radiación de Fukushima que pueden estar emigrando a través de los océanos durante los próximos siglos antes de esparcirse, y cuando eso ocurra no será de forma inofensiva.
El impacto mundial real de la radiación será aún más difícil de medir en una biosfera cada vez más contaminada.

Obsolescencia de los seres humanos en Fukushima

Otro punto que merece ser destacado y denunciado es la explotación salvaje antiobrera de la hecatombe atómica en Fukushima.
Son kamikazes. La palabra apenas la han usado porque tiene la connotación militar clásica japonesa. Los llaman "héroes". En Rusia, en la Unión Soviética, les llamaron liquidadores De entrada, aunque fueran totalmente cubiertos y con máscaras, la radiación gamma les afectaría igual.

En Fukushima existe una explotación de autenticos esclavos nucleares que se ha agravado según crecían las necesidades de personal. Más de 50.000 empleados han pasado ya por la ZEN, la zona de Exclusión Nuclear. Las previsiones apuntan a un mínimo de otros once mil anuales.

La yakuza, la mafia japonesa, se encarga de suminstrar mano de obra a la que incluso les cobra el alquiler de la máscara de protección". Los hay "que tras los recortes que se les aplican no cobran nada", afirma el pastor Aoki. Los héroes de Fukushima han pasado a ser esclavos.
 
Cuando esta carne de cañon nuclear llega a un cierto nivel de radiación son despedidos y abandonados a su suerte.

Los trabajos de Hercules en Fukushima

Queda la masa fundida del material de los reactores, queda el problema de las piscinas que hay que refrigerar (quizá esto último sea más asequible que la refrigeración de los reactores). Pero los reactores, si no se cubren, contienen la masa fundida altamente radiactiva que es irrecuperable. Finalmente, tendrán que hacer unos sarcófagos como los soviéticos lo único que uno puede pensar de forma razonable es que esto, sea como sea, hay que contenerlo y cubrirlo.

El problema no son las ingentes cantidades de agua de mar contaminada radiactivamente presente en la central, ni el combustible usado de las piscinas de refrigeración, pues esto puede ser tratado. El mayor problema radica más bien en toda la cantidad enorme de radiactividad que se ha estado y se esta vertiendo en el mar por la no contención de las masas de combustible fundido del reactor, el temible corio. Aquí hay isótopos de todo tipo, cesio-137, estroncio-90, plutonio y muchos otros que a nosotros nos pueden llegar a través de la cadena alimenticia.

Los trabajos de contención y desmantelamiento de la central de Fukushima Daiichi llevarán, si se consigue, un mínimo de tres décadas más.
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Fukushima es la mayor contaminación radiactiva marítima conocida de la historia.

Japón resulta que exporta 3.000 millones de euros en comida al año. Pero el problema no es sólo lo que exporta Japón, sino que lo que se está vertiendo en el mar se incorpora en las llamadas cadenas tróficas largas.
En tierra son cadenas tróficas cortas y se quedan en el mismo territorio, como el yodo en la leche.
Las cadenas largas marinas empiezan en el agua, las moléculas contaminantes presentes en el agua pasan al plancton, del plancton pueden pasar a los invertebrados, de éstos a los vertebrados, de estos últimos a los vertebrados carnívoros y, finalmente, a los humanos y otros animales que nos encontramos en la cima de la cadena trófica.. Además las concentraciones en cada eslabón de la cadena - cada especie - se magnifican porque estos seres vivos las van bioacumulando. Los peces predadores como el atún o el pez espada concentran cantidades muy grandes de estos contaminantes. Encima muchos de ellos son migratorios y no sabes exactamente que recorrido han realizado.

Los pesqueros españoles faenan desde el polo norte al polo sur. Incluso muchos pesqueros que son gallegos, por ejemplo, no están matriculados en España, sino en el Reino Unido o en Argentina. Por lo tanto, ¿de dónde viene el pescado que se consume en España?
Hay, además, otro problema muy indignante, y es que la Unión Europea, tras el accidente de Fukushima, ha vuelto a subir los niveles de radiación permitidos en los alimentos mediante la reactivación de un decreto que se promulgó poco después de Chernóbil. Quedan anulados con ello los niveles que se aprobaron en 2006 y se aceptan unos niveles de radiactividad tres veces superiores en la leche, o aún más en muchos productos alimenticios vegetales o animales. Esto ha sido aprobado por la Comisión Europea, no desde los organismos de Sanidad.




Un ejemplo que vale la pena tener en cuenta es que no se ha dejado decir nada sobre este tema al comité científico de nuevos riesgos para la salud de la Unión Europea. Todo se lo ha guisado y se lo ha comido el comité de radioprotección que está directamente ligado a Euratom. Por lo tanto, la decisión de estos niveles, de estos umbrales de seguridad, está en manos de ingenieros, físicos nucleares, vinculados a la industria. Es para morirse y no plácidamente.

Frente a esto no podemos hacer nada. Ante esto estamos indefensos, no podemos dejar de respirar, ni de comer, ni comprobar nosotros mismos la radiactividad. Es una conspiración. Hace unos meses decían que los alimentos en Japón no habían llegado a los niveles máximos de radiactividad y ahora resulta que lo que entonces podía ser superior ahora es aceptable y, por lo tanto, se comercializa. Se ha llegado a extremos en que estas normas actuales de la Unión Europea permiten más radioactividad que las normativas japoneses, que ya son bastante laxos en este tema. Absurdo, irresponsable, inadmisible.
En Estados Unidos, donde en principio no cambiaron los niveles de radiactividad permitidos en los alimentos, eliminaron leche con cantidades de radiactividad que aquí se permiten. Pero todo esto pasa desapercibido. Y a nivel de ciudadano no podemos hacer nada. El problema más grave, por su facilidad de contaminación, es el pescado, pues la importación de verduras japonesas a España es mínima.

No sabemos como acabará. Es la diferencia entre Fukushima y Chernóbil. Fukushima es un Chernóbil creciendo a cámara lenta. En Chernóbil hubo una explosión en pocos días se expandió la radiación; y allí estaba todo. En Japón sigue expandiéndose lentamente día tras día aunque digan que no, que todo está controlado. De hecho, ya no lo dicen. Desde el primer día hay mucha radiación y siguen las emisiones. El cuadro final tardaremos mucho tiempo en poderlo ver, pero es seguro que solo puede ir a peor.
 
La suicida industria nuclear

El 16 de julio de 1945 sucedió algo aterrador que finalmente causaría que los gobiernos occidentales distorsionaran la percepción del fumar para siempre. Se realizó el primer ensayo nuclear, conocido como el "Trinity Test", la primera arma nuclear sucia que se detonó en la atmósfera.

Una esfera de seis kilos de plutonio, comprimida supercríticamente por lentes explosivas. La Trinity explotó sobre Nuevo México con una fuerza aproximada de 20.000 toneladas de TNT. (20 Megatones) y en cuestión de segundos, miles de millones de mortales partículas radioactivas fueron expandidas en la atmósfera. El gobierno norteamericano sabía de la radiación y sus letales efectos sobre los humanos, pero ignoró completamente la salud y el bienestar de la población.

A lo largo de siete décadas, las fábricas de bombas de las potencias nucleares, junto a los reactores de propiedad privada han estado arrojando a la biosfera cantidades masivas de radiación. Se desconocen fundamentalmente los impactos de estas emisiones en la salud ecológica y humana porque la industria nuclear se ha negado rotundamente a estudiarlos."

Hyman Rickover, el padre de la marina de guerra nuclear-atómica, ya advirtió que era una forma de suicidio elevar los niveles de radiación en los sistemas vitales de la Tierra, y que iba intentar "hundir" todos los reactores atómicos que él mismo había ayudado a desarrollar.

Antes de que las grandes potencias prohibieran definitivamente los ensayos atómicos atmosféricos en 1963, más de 4.200 Kg. de plutonio habían sido descargados en la atmósfera. Ya que sabemos que menos de un micro-gramo (millonésima parte de un gramo) de plutonio inhalado causa cáncer terminal de pulmón en el humano, sabemos por lo tanto que las potencias nucleares han emanado 4.200.000.000, (4,2 mil millones), de dosis letales, en la atmósfera, con una vida media de la partícula radioactiva de 50.000 años.
 
El material radiactivo existe en mucho del armamento actual, como en los obuses de uranio empobrecido, por su gran poder de penetración. Después de la detonación, el mayor número de partículas radiactivas mortales son las derivadas de la pulverización del material, así como de la basura común o arena absorbida del suelo, e irradiada a esta verticalmente a través de la bola de fuego durante una explosión nuclear. Estas partículas forman holgadamente la mayor parte del "humo" que se puede ver en cualquier imagen de una detonación. En muchos casos varias toneladas de material, pero seamos increíblemente conservadores y afirmemos que solamente 1000 Kg. de material de superficie es expandido en cada ensayo nuclear atmosférico.

Antes de ser prohibidos por Rusia, Inglaterra y Norteamérica, se realizaron un total de 711 ensayos nucleares atmosféricos, creando por consiguiente 711.000 Kg. de mortales microscópicas partículas radioactivas, a las que deben ser agregados los 4.200 Kg. originales de las mismas armas, para un aproximado, pero muy conservador, total de 715.200 Kg.

Hay más de un millón de dosis letales por Kg., significando que los gobiernos han contaminado la atmósfera terrestre con más de 715.000.000.000, [715 mil millones] , de tales dosis, suficiente para causar cáncer de pulmón o cáncer de piel, 117 veces, en cada hombre, mujer o niño en la Tierra.

Los gases y polvo liberados por los accidentes en las centrales nucleares civiles poseen básicamente los mismos componentes radioactivos que los liberados por las bombas nucleares o los armamentos de uranio empobrecido.

Antes que usted lo pregunte. No, las partículas radiactivas no desaparecen, perduran al menos hasta dentro de 50.000 años. Con una vida media de 50.000 años o más, estos incontables trillones de mortales partículas radioactivas manufacturadas por los gobiernos estarán esencialmente con nosotros para siempre. Esas partículas se expanden por todo el planeta de forma aleatoria. Los vientos u otros fenómenos atmosféricos es todo lo que necesitan. Doce años después del cataclismo del Trinity Test, se hizo obvio para los gobiernos occidentales que las cosas se estaban poniendo completamente fuera de control, con un reporte en 1957 del British Medical Research Council afirmando que: "Las muertes globales de cáncer de pulmón se habían más que duplicado durante el periodo 1945 a 1955". No se ofreció una explicación.
 
Durante el mismo período de diez años, las muertes por cáncer en las cercanías de Hiroshima y Nagasaki aumentaron tres veces. Al final de las pruebas atmosféricas oficiales en 1963, la incidencia de cáncer de pulmón en las islas del Pacífico se multiplicó por cinco desde 1945.

Habiendo arruinado el medio ambiente completamente por 50.000 años, era hora de que los "grandes gobiernos" comenzaran a tomar serias acciones de "distracción". ¿Cómo engañar a la gente haciéndoles creer que los culpables de contraer cáncer de pulmón son ellos mismos, de forma que el gobierno nunca pueda ser culpado o demandado?
La única sustancia obvia que la gente inhala en sus pulmones, aparte del aire, era el humo del tabaco, de modo que el gobierno, hizo pie, ahí.

Los "investigadores médicos" repentinamente se encontraron inundados con masivos subsidios gubernamentales todos orientados a obtener el mismo resultado final: "Demostrar que fumar produce cáncer de pulmón".

A pesar de ello, científicos independientes han demostrado de manera concluyente que fumar no es la causa del cáncer de pulmón. Y más aún, en un experimento "accidental" que no se permitió publicar, los científicos demostraron que fumar realmente ayuda a proteger contra el cáncer de pulmón.

Algunas observaciones tomadas del libro de conversaciones sobre los efectos de la industria nuclear en el medio ambiente y en la salud humana[3].
 
Sobre los radionúclidos que se incorporan al organismo:

El estroncio 90, por ejemplo, que es uno de los elementos más importantes de la contaminación de Chernóbil, actúa como el calcio y se incorpora a los huesos.
El cesio 137 se incorpora a los músculos, como el potasio; el iodo radiactivo se incorpora al tiroides.
Todos estos elementos consiguen incorporarse al cuerpo humano porque son equivalentes o iguales, como en el caso del iodo, a elementos no radiactivos que existen en la naturaleza y que son necesarios para la vida.

Hay que saber que cualquier simple partícula radiactiva en la piel es suficiente para adquirir cáncer de piel. Inhalarla, es suficiente para originar un cáncer de pulmón mortal.

El ininterrumpido aumento del uso industrial, militar, científico y médico de la energía atómica, de los radionúclidos y las ondas electromagnéticas de alta frecuencia, rayos X y gamma, está incrementando fuertemente, y de forma continua, el nivel de exposición que sufre la especie humana a las radiaciones ionizantes".

La actividad radiactiva físicamente se expresa en unidades de desintegración por segundo, en becquerelios[4], "el efecto biológico no depende sólo del número de desintegraciones, lo que llamamos actividad, sino que depende también de la naturaleza de la desintegración. No es lo mismo una radiación gamma que, por no tener masa ni carga eléctrica, por ser muy energética, es muy penetrante, pudiendo atravesar grandes cantidades de materia como hacen los rayos X y en mayor extensión los gamma, y que, por tanto, es más peligrosa desde el exterior, que una radiación beta -que es un electrón negativo- o una radiación alfa, como la del uranio o la del plutonio, que es un núcleo de helio -dos protones y dos neutrones-, que tiene, pues, dos cargas positivas y una gran masa".
 
La radiación alfa, aunque muy energética, es poco penetrante ciertamente. Ésta es una de las cuestiones que también se tergiversa.
"Puedes parar una radiación alfa con una hoja de papel. Si aquí hubiera una fuente de uranio, pones un papel, media cuartilla del DIN A4 por ejemplo, y un contador no detectaría prácticamente nada. Acaso una débil radiación gamma secundaria. La cuartilla la ha parado, la partícula no la ha podido penetrar. Una radiación beta, sin duda, tiene más penetrabilidad pero no debe pasar de unos pocos milímetros, dependiendo de su energía".

En cambio, una radiación gamma tiene una penetrabilidad de metros. "Esta radiación, similar a una radiografía, es la que se usa en las fuentes de cobalto para mirar, por ejemplo, la textura interna de las vigas de acero, o en metalurgia para comprobar si están bien construidas las estructuras". De este modo, concluye, "el efecto biológico va a variar enormemente según la naturaleza de esta radiación, no sólo por el número de desintegraciones."

Las microscópicas partículas-radioactivas se adhierne profundamente en el tejido del pulmón y causan una incontrolable multiplicación celular. ¿Como podemos estar absolutamente seguros de que las partículas radioactivas inhaladas causan cáncer de pulmón cada vez que un sujeto es expuesto internamente? Los científicos ya lo han demostrado. Se ha experimentado con miles de ratones y ratas a través de los años, exponiendo deliberadamente sus pulmones a material radioactivo
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Los numerosos resultados científicos documentados son idénticos: cada ratón o rata obedientemente contrae cáncer de pulmón y luego muere. La teoría ha sido convertida en hechos científicos. El agente sospechoso (material radiactivo) causó el resultado sostenido (cáncer de pulmón) cuando es inhalado por mamíferos. La magnitud del riesgo de contraer cáncer de pulmón para los humanos originado por las partículas radioactivas en la atmósfera es real y significativa.

Fumar protege a los pulmones de las particulas radioctivas

El Profesor Gerhard Schrauzer, Presidente de la International Association of Bio-Inorganic Chemists, testificó ante un comité del Congreso de los EE.UU. en 1982 que se había comprobado científicamente que ciertos componentes del humo del tabaco actúan como agente anti-cancerígeno en animales de laboratorio. Continuó diciendo que cuando cancerígenos conocidos (sustancias que causan cáncer) se aplican a los animales, la aplicación de componentes del humo del tabaco los contrarrestan.
Según el profesor Sterling de Simon Fraser University, en Canadá: "Fumar estimula la formación de una delgada capa de moco en los pulmones, "la cual forma una protección que evita que cualquier partícula portadora de cáncer pueda penetrar en el tejido pulmonar."
 
Las mortales partículas radiactivas inhaladas por un fumador inicialmente podrían ser atrapadas por la capa de moco, y luego ser despedidas del cuerpo antes de que entren al tejido.

Quizás la industria nuclear no sea más que otra pieza del puzzle del Nuevo Orden Mundial o NOM.
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Más información en:

Aniversario Fukushima, el rayo atómico que no cesa. La mayor hecatombe de la industria nuclear. Tres años después.







[1] Se le llama MOX por Mixed Oxide Fuel (óxido de mezcla de combustibles). para no denominarlo por sus características reales, una mezcla de uranio y plutonio. Lo lógico sería llamarlo Combustible de Uranio y Plutonio (CUP es español o UPF - uranium and plutonium fuel - en inglés). por un lado, estas barras se pueden fundir más fácilmente, el metal se funde a temperatura inferior y encima son mucho más tóxicas si se disgregan o se dispersan porque hay plutonio que es mucho más radiotóxico que el uranio y, por otro lado, mucho más radiactivo. Afortunadamente hay muy pocos reactores con cargas de este tipo en el mundo.

[3] Eduard Rodríguez Farré y SLA, Casi todo lo que usted deseaba saber algún día sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente , Barcelona, El Viejo Topo, 2008.

 [4] El bequerelio o Bq mide la cantidad de radiactividad contenida en una muestra dada de materia, correspondiendo "un becquerelio a aquella cantidad de elemento radiactivo en la que ocurre una desintegración atómica por segundo."

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