El origen
Recordemos que el 11 de marzo de 2011. Un terremoto de
grado 9 en la escala Ritcher, al que siguió un tsunami una hora después, generó
la destrucción de los sistemas auxiliares de los seis reactores de la central
de Fukushima. Se produjo un gravísimo accidente con la fusión de los núcleos de
los reactores 1, 2 y 3 (que estaban entonces en funcionamiento) y con severos
daños en los otros tres (que estaban en paradas de recarga o de mantenimiento).
Se calcula que las emisiones radiactivas alcanzaron en pocas horas el 40% de las
que se produjeron en Chernóbil. Se extendieron por el interior de la principal
isla japonesa y también por el mar. Además de los seis reactores de la central
número 1 se accidentaron los cuatro de Fukushima 2 y también otros cuatro en
Onagawa.
La información
Lo que sucedió en el accidente de Fukushima y lo que pasó
en Chernóbil, como muchos otros eventos, tienen el mismo guión, el mismo
escenario, la misma cosmovisión de fondo.
De entrada, se niega que haya un accidente importante. Se
dice que el accidente está controlado, que las dosis de radiactividad son de
unos pocos microsieverts, que son completamente inocuas, que es como hacerse
una radiografía.
En el caso de Chernóbil fueron los suecos los primeros
que dieron la alarma señalando que había llegado al Ártico una cantidad de
radiactividad muy alta (por cierto, se tuvo que eliminar toda la cabaña de
renos en el norte de Suecia y Finlandia).Después cambió la dirección del viento
y empezó a detectarse en otros países.
También en ambos casos hubo aviones y helicópteros
arrojando agua, después vertiendo cemento y arcilla para bloquear los reactores
afectados. Por cierto, en Chernóbil la mayor parte de las tripulaciones de los
helicópteros murió en los meses o pocos años subsiguientes.
Pero, en el caso de Chernóbil, el accidente ocurrió en
pocas horas y la población evacuada que vivía en las proximidades era mucho
menor.
En Fukushima se produce el terremoto, luego el tsunami, llegan noticias de que hay algún problema en la central pero se dice que está todo controlado. Negación de la gravedad; después se afirmó que las cifras eran mayores, no se evacuó inicialmente a la gente, se le dijo que se quedaran en casa.
Al día siguiente asistimos a la explosión de un edificio,
de un reactor, y se sostiene que no tiene importancia porque es tan sólo el
hidrógeno que se ha formado; luego se empezó a evacuar, inicialmente en la zona
más próxima.
Un catedrático de física sostiene que para haberse
formado este tipo de hidrógeno tienen que haberse llegado a temperaturas de mil
y pico de grados lo cual implica una fusión, aunque sea parcial, del reactor.
Lo que posteriormente se ha confirmado, no con uno sino con al menos tres de
los reactores.
Se dice que esto está controlado y que es un gas que se
ha ventilado. Al día siguiente tuvimos una segunda explosión; al tercer día
otra; al cuarto otra en un reactor que tiene MOX[1], una
mezcla de uranio y plutonio que se usa como combustible y que es muy criticado
y que, además, se funde a temperaturas inferiores.
Un
momento crítico de la situación se produjo cuando Yoshida, el director de la
central ya fallecido a causa de la radiación, rompió la cultura corporativa de
"obedece, trabaja y calla" y disintió de sus "superiores"
cuando desde Tokio le pidieron que dejara de enfriar los reactores con agua del
mar porque temían que produjera más pérdidas económicas. Su valiente decisión
de ignorarles, sabedor de la realidad de la catástrofe, fue crucial para evitar
una fuga radiactiva mayor que habría puesto en riesgo a cientos de poblaciones,
desde Fukushima hasta el mismo Tokio.
En muchos aspectos, el accidente de Fukushima recuerda a
Chernóbil e incluso a lo sucedido en el reactor accidentado de la Isla de las
Tres Millas, en Harrisbourg.
Es lo que se narra en la famosa película de "El síndrome de China", la de Jane Fonda, Jack Lemmon y un jovencísimo Michael Douglas, que hace de periodista comprometido.
Es lo que se narra en la famosa película de "El síndrome de China", la de Jane Fonda, Jack Lemmon y un jovencísimo Michael Douglas, que hace de periodista comprometido.
La actualidad
Desde entonces Fukushima derrama cada día
inconmensurables cantidades masivas de radiación letal en nuestra frágil
ecosfera y lo seguirá haciendo en las próximas décadas. Cinco reactores
nucleares han explotado ya en este planeta pero hay más de 400 que siguen en
funcionamiento"
Transcurridos tres años del accidente, la situación sigue
siendo catastrófica, "a pesar del tiempo transcurrido y de los medios
tecnológicos y económicos de un país como Japón", la tercera economía del
mundo, acaso el segundo o tercer país más avanzado tecnológicamente del mundo, las
emisiones radioactivas de los núcleos derretidos siguen secretamente supurando.
La dura censura dictatorial de Japón ha ido acompañada de
un exitoso apagón en los medios
corporativos globales a fin de que Fukushima permanezca lejos de la mirada
pública.".
Tres años después de las fusiones en el reactor de la
planta de Fukushima, Tepco "no cuenta con una noción básica de las
mediciones y el manejo de la radiación". Según palabras del presidente de
la Autoridad de Regulación Nuclear (ARN) de Japón, Shunichi Tanaka.
La seguridad de la
energia nuclear
Pese a que los cálculos de probabilidades apuntaban a “solo” un accidente grave en el mundo con fusión del núcleo cada 200 años. Entre el accidente de Harrisburg (1979) y el de Chernóbil (1986), pasaron solamente 7 años; y de este último al de Fukushima solo 25. Todo indica "que la probabilidad real de accidente es diez veces mayor que la calculada. No hay garantías de seguridad suficientes para controlar lo incontrolable".
Hay muchos motivos para no estar tranquilos. En "50
razones para temernos lo peor de Fukushima"[2],
Harvey Wasserman -periodista, escritor, activista por la democracia y defensor
de las energías renovables, uno de los estrategas y organizadores del
movimiento antinuclear en Estados Unidos- recuerda algunas de ellas.
"Al menos 300 Tm de agua radiactiva están vertiéndose cada día en el océano Pacífico, en Fukushima, de acuerdo con las estimaciones oficiales hechas antes de que esos datos se convirtieran en secreto de estado. Hasta donde puede saberse, las cantidades y composición de la radiación que sale de la central constituyen también ahora un secreto de Estado, y las mediciones independientes o las especulaciones públicas se castigan hasta con diez años de prisión.
Muchos isótopos tienden a concentrarse a medida que se
vierten al aire y al agua, configurando por tanto masas letales de radiación de
Fukushima que pueden estar emigrando a través de los océanos durante los próximos
siglos antes de esparcirse, y cuando eso ocurra no será de forma inofensiva.
El impacto mundial real de la radiación será aún más
difícil de medir en una biosfera cada vez más contaminada.
Obsolescencia de
los seres humanos en Fukushima
Otro
punto que merece ser destacado y denunciado es la explotación salvaje
antiobrera de la hecatombe atómica en Fukushima.
Son kamikazes. La palabra apenas la han usado porque
tiene la connotación militar clásica japonesa. Los llaman "héroes".
En Rusia, en la Unión Soviética, les llamaron liquidadores De entrada, aunque
fueran totalmente cubiertos y con máscaras, la radiación gamma les afectaría
igual.
En Fukushima existe una explotación de autenticos esclavos
nucleares que se ha agravado según crecían las necesidades de personal. Más de
50.000 empleados han pasado ya por la ZEN, la zona de Exclusión Nuclear. Las
previsiones apuntan a un mínimo de otros once mil anuales.
La yakuza, la mafia japonesa, se encarga de suminstrar
mano de obra a la que incluso les cobra el alquiler de la máscara de
protección". Los hay "que tras los recortes que se les aplican no
cobran nada", afirma el pastor Aoki. Los héroes de Fukushima han pasado a
ser esclavos.
Cuando esta carne de cañon nuclear llega a un cierto nivel de radiación son despedidos y abandonados a su suerte.
Los trabajos de
Hercules en Fukushima
Queda la masa fundida del material de los reactores,
queda el problema de las piscinas que hay que refrigerar (quizá esto último sea
más asequible que la refrigeración de los reactores). Pero los reactores, si no
se cubren, contienen la masa fundida altamente radiactiva que es irrecuperable.
Finalmente, tendrán que hacer unos sarcófagos como los soviéticos lo único que
uno puede pensar de forma razonable es que esto, sea como sea, hay que
contenerlo y cubrirlo.
El problema no son las ingentes cantidades de agua de mar
contaminada radiactivamente presente en la central, ni el combustible usado de
las piscinas de refrigeración, pues esto puede ser tratado. El mayor problema
radica más bien en toda la cantidad enorme de radiactividad que se ha estado y
se esta vertiendo en el mar por la no contención de las masas de combustible
fundido del reactor, el temible corio. Aquí hay isótopos de todo tipo,
cesio-137, estroncio-90, plutonio y muchos otros que a nosotros nos pueden
llegar a través de la cadena alimenticia.
Los trabajos de contención y desmantelamiento de la
central de Fukushima Daiichi llevarán, si se consigue, un mínimo de tres
décadas más.
.
Fukushima es la mayor contaminación radiactiva marítima conocida de la historia.
Japón resulta que exporta 3.000 millones de euros en comida al año. Pero el problema no es sólo lo que exporta Japón, sino que lo que se está vertiendo en el mar se incorpora en las llamadas cadenas tróficas largas.
Fukushima es la mayor contaminación radiactiva marítima conocida de la historia.
Japón resulta que exporta 3.000 millones de euros en comida al año. Pero el problema no es sólo lo que exporta Japón, sino que lo que se está vertiendo en el mar se incorpora en las llamadas cadenas tróficas largas.
En tierra son cadenas tróficas cortas y se quedan en el
mismo territorio, como el yodo en la leche.
Las cadenas largas marinas empiezan en el agua, las
moléculas contaminantes presentes en el agua pasan al plancton, del plancton
pueden pasar a los invertebrados, de éstos a los vertebrados, de estos últimos
a los vertebrados carnívoros y, finalmente, a los humanos y otros animales que
nos encontramos en la cima de la cadena trófica.. Además las concentraciones en
cada eslabón de la cadena - cada especie - se magnifican porque estos seres
vivos las van bioacumulando. Los peces predadores como el atún o el pez espada
concentran cantidades muy grandes de estos contaminantes. Encima muchos de
ellos son migratorios y no sabes exactamente que recorrido han realizado.
Los pesqueros españoles faenan desde el polo norte al
polo sur. Incluso muchos pesqueros que son gallegos, por ejemplo, no están
matriculados en España, sino en el Reino Unido o en Argentina. Por lo tanto,
¿de dónde viene el pescado que se consume en España?
Hay, además, otro problema muy indignante, y es que la
Unión Europea, tras el accidente de Fukushima, ha vuelto a subir los niveles de
radiación permitidos en los alimentos mediante la reactivación de un decreto
que se promulgó poco después de Chernóbil. Quedan anulados con ello los niveles
que se aprobaron en 2006 y se aceptan unos niveles de radiactividad tres veces
superiores en la leche, o aún más en muchos productos alimenticios vegetales o
animales. Esto ha sido aprobado por la Comisión Europea, no desde los
organismos de Sanidad.
Un ejemplo que vale la pena tener en cuenta es que no se
ha dejado decir nada sobre este tema al comité científico de nuevos riesgos
para la salud de la Unión Europea. Todo se lo ha guisado y se lo ha comido el
comité de radioprotección que está directamente ligado a Euratom. Por lo tanto,
la decisión de estos niveles, de estos umbrales de seguridad, está en manos de
ingenieros, físicos nucleares, vinculados a la industria. Es para morirse y no
plácidamente.
Frente a esto no podemos hacer nada. Ante esto estamos indefensos, no podemos dejar de respirar, ni de comer, ni comprobar nosotros mismos la radiactividad. Es una conspiración. Hace unos meses decían que los alimentos en Japón no habían llegado a los niveles máximos de radiactividad y ahora resulta que lo que entonces podía ser superior ahora es aceptable y, por lo tanto, se comercializa. Se ha llegado a extremos en que estas normas actuales de la Unión Europea permiten más radioactividad que las normativas japoneses, que ya son bastante laxos en este tema. Absurdo, irresponsable, inadmisible.
Frente a esto no podemos hacer nada. Ante esto estamos indefensos, no podemos dejar de respirar, ni de comer, ni comprobar nosotros mismos la radiactividad. Es una conspiración. Hace unos meses decían que los alimentos en Japón no habían llegado a los niveles máximos de radiactividad y ahora resulta que lo que entonces podía ser superior ahora es aceptable y, por lo tanto, se comercializa. Se ha llegado a extremos en que estas normas actuales de la Unión Europea permiten más radioactividad que las normativas japoneses, que ya son bastante laxos en este tema. Absurdo, irresponsable, inadmisible.
En Estados Unidos, donde en principio no cambiaron los
niveles de radiactividad permitidos en los alimentos, eliminaron leche con
cantidades de radiactividad que aquí se permiten. Pero todo esto pasa
desapercibido. Y a nivel de ciudadano no podemos hacer nada. El problema más
grave, por su facilidad de contaminación, es el pescado, pues la importación de
verduras japonesas a España es mínima.
No sabemos como acabará. Es la diferencia entre Fukushima
y Chernóbil. Fukushima es un Chernóbil creciendo a cámara lenta. En Chernóbil
hubo una explosión en pocos días se expandió la radiación; y allí estaba todo.
En Japón sigue expandiéndose lentamente día tras día aunque digan que no, que todo
está controlado. De hecho, ya no lo dicen. Desde el primer día hay mucha
radiación y siguen las emisiones. El cuadro final tardaremos mucho tiempo en
poderlo ver, pero es seguro que solo puede ir a peor.
La suicida industria nuclear
El 16 de julio de 1945 sucedió algo aterrador que
finalmente causaría que los gobiernos occidentales distorsionaran la percepción
del fumar para siempre. Se realizó el primer ensayo nuclear, conocido como el
"Trinity Test", la primera arma nuclear sucia que se detonó en la
atmósfera.
Una esfera de seis kilos de plutonio, comprimida
supercríticamente por lentes explosivas. La Trinity explotó sobre Nuevo México
con una fuerza aproximada de 20.000 toneladas de TNT. (20 Megatones) y en
cuestión de segundos, miles de millones de mortales partículas radioactivas
fueron expandidas en la atmósfera. El gobierno norteamericano sabía
de la radiación y sus letales efectos sobre los humanos, pero ignoró
completamente la salud y el bienestar de la población.
A lo largo de siete décadas, las fábricas de bombas de las potencias nucleares, junto a los reactores de propiedad privada han estado arrojando a la biosfera cantidades masivas de radiación. Se desconocen fundamentalmente los impactos de estas emisiones en la salud ecológica y humana porque la industria nuclear se ha negado rotundamente a estudiarlos."
Hyman Rickover, el padre de la marina de guerra
nuclear-atómica, ya advirtió que era una forma de suicidio elevar los niveles
de radiación en los sistemas vitales de la Tierra, y que iba intentar
"hundir" todos los reactores atómicos que él mismo había ayudado a
desarrollar.
Antes de que las grandes potencias prohibieran
definitivamente los ensayos atómicos atmosféricos en 1963, más de 4.200 Kg. de
plutonio habían sido descargados en la atmósfera. Ya que sabemos que menos de
un micro-gramo (millonésima parte de un gramo) de plutonio inhalado causa
cáncer terminal de pulmón en el humano, sabemos por lo tanto que las potencias
nucleares han emanado 4.200.000.000, (4,2 mil millones), de dosis letales, en
la atmósfera, con una vida media de la partícula radioactiva de 50.000 años.
El material radiactivo existe en mucho del armamento actual, como en los obuses de uranio empobrecido, por su gran poder de penetración. Después de la detonación, el mayor número de partículas radiactivas mortales son las derivadas de la pulverización del material, así como de la basura común o arena absorbida del suelo, e irradiada a esta verticalmente a través de la bola de fuego durante una explosión nuclear. Estas partículas forman holgadamente la mayor parte del "humo" que se puede ver en cualquier imagen de una detonación. En muchos casos varias toneladas de material, pero seamos increíblemente conservadores y afirmemos que solamente 1000 Kg. de material de superficie es expandido en cada ensayo nuclear atmosférico.
Antes de ser prohibidos por Rusia, Inglaterra y Norteamérica, se realizaron un total de 711 ensayos nucleares atmosféricos, creando por consiguiente 711.000 Kg. de mortales microscópicas partículas radioactivas, a las que deben ser agregados los 4.200 Kg. originales de las mismas armas, para un aproximado, pero muy conservador, total de 715.200 Kg.
Hay más de un millón de dosis letales por Kg., significando que los gobiernos han contaminado la atmósfera terrestre con más de 715.000.000.000, [715 mil millones] , de tales dosis, suficiente para causar cáncer de pulmón o cáncer de piel, 117 veces, en cada hombre, mujer o niño en la Tierra.
Los gases y polvo liberados por los accidentes en las centrales
nucleares civiles poseen básicamente los mismos componentes radioactivos que
los liberados por las bombas nucleares o los armamentos de uranio empobrecido.
Antes que usted lo pregunte. No, las partículas
radiactivas no desaparecen, perduran al menos hasta dentro de 50.000 años. Con
una vida media de 50.000 años o más, estos incontables trillones de mortales
partículas radioactivas manufacturadas por los gobiernos estarán esencialmente
con nosotros para siempre. Esas partículas se expanden por todo el planeta de
forma aleatoria. Los vientos u otros fenómenos atmosféricos es todo lo que
necesitan. Doce años después del cataclismo del Trinity Test, se hizo obvio
para los gobiernos occidentales que las cosas se estaban poniendo completamente
fuera de control, con un reporte en 1957 del British Medical Research Council
afirmando que: "Las muertes globales de cáncer de pulmón se habían más que
duplicado durante el periodo 1945 a 1955". No se ofreció una explicación.
Durante el mismo período de diez años, las muertes por cáncer en las cercanías de Hiroshima y Nagasaki aumentaron tres veces. Al final de las pruebas atmosféricas oficiales en 1963, la incidencia de cáncer de pulmón en las islas del Pacífico se multiplicó por cinco desde 1945.
Habiendo
arruinado el medio ambiente completamente por 50.000 años, era hora de que los
"grandes gobiernos" comenzaran a tomar serias acciones de
"distracción". ¿Cómo engañar a la gente haciéndoles creer que los
culpables de contraer cáncer de pulmón son ellos mismos, de forma que el
gobierno nunca pueda ser culpado o demandado?
La única sustancia obvia que la gente inhala en sus
pulmones, aparte del aire, era el humo del tabaco, de modo que el gobierno,
hizo pie, ahí.
Los "investigadores médicos" repentinamente se
encontraron inundados con masivos subsidios gubernamentales todos
orientados a obtener el mismo resultado final: "Demostrar que fumar
produce cáncer de pulmón".
A
pesar de ello, científicos independientes han demostrado de manera concluyente
que fumar no es la causa del cáncer de pulmón. Y más aún, en un experimento "accidental" que no se permitió publicar, los
científicos demostraron que fumar realmente ayuda a proteger contra el cáncer
de pulmón.
Algunas observaciones tomadas del libro de conversaciones sobre los efectos de la industria nuclear en el medio ambiente y en la salud humana[3].
Sobre los radionúclidos que se incorporan al organismo:
El estroncio 90, por ejemplo, que es uno de los elementos
más importantes de la contaminación de Chernóbil, actúa como el calcio y se
incorpora a los huesos.
El cesio 137 se incorpora a los músculos, como el
potasio; el iodo radiactivo se incorpora al tiroides.
Todos estos elementos consiguen incorporarse al cuerpo
humano porque son equivalentes o iguales, como en el caso del iodo, a elementos
no radiactivos que existen en la naturaleza y que son necesarios para la vida.
Hay que saber que cualquier simple partícula radiactiva
en la piel es suficiente para adquirir cáncer de piel. Inhalarla, es suficiente
para originar un cáncer de pulmón mortal.
El ininterrumpido aumento del uso industrial, militar,
científico y médico de la energía atómica, de los radionúclidos y las ondas
electromagnéticas de alta frecuencia, rayos X y gamma, está incrementando
fuertemente, y de forma continua, el nivel de exposición que sufre la especie
humana a las radiaciones ionizantes".
La actividad radiactiva físicamente se expresa en
unidades de desintegración por segundo, en becquerelios[4],
"el efecto biológico no depende sólo del número de desintegraciones, lo
que llamamos actividad, sino que depende también de la naturaleza de la
desintegración. No es lo mismo una radiación gamma que, por no tener masa ni
carga eléctrica, por ser muy energética, es muy penetrante, pudiendo atravesar grandes
cantidades de materia como hacen los rayos X y en mayor extensión los gamma, y
que, por tanto, es más peligrosa desde el exterior, que una radiación beta -que
es un electrón negativo- o una radiación alfa, como la del uranio o la del
plutonio, que es un núcleo de helio -dos protones y dos neutrones-, que tiene,
pues, dos cargas positivas y una gran masa".
La radiación alfa, aunque muy energética, es poco penetrante ciertamente. Ésta es una de las cuestiones que también se tergiversa.
"Puedes parar una radiación alfa con una hoja de
papel. Si aquí hubiera una fuente de uranio, pones un papel, media cuartilla
del DIN A4 por ejemplo, y un contador no detectaría prácticamente nada. Acaso
una débil radiación gamma secundaria. La cuartilla la ha parado, la partícula
no la ha podido penetrar. Una radiación beta, sin duda, tiene más
penetrabilidad pero no debe pasar de unos pocos milímetros, dependiendo de su
energía".
En cambio, una radiación gamma tiene una penetrabilidad
de metros. "Esta radiación, similar a una radiografía, es la que se usa en
las fuentes de cobalto para mirar, por ejemplo, la textura interna de las vigas
de acero, o en metalurgia para comprobar si están bien construidas las
estructuras". De este modo, concluye, "el efecto biológico va a
variar enormemente según la naturaleza de esta radiación, no sólo por el número
de desintegraciones."
Las microscópicas partículas-radioactivas se adhierne
profundamente en el tejido del pulmón y causan una incontrolable multiplicación
celular. ¿Como podemos estar absolutamente seguros de que las partículas
radioactivas inhaladas causan cáncer de pulmón cada vez que un sujeto es
expuesto internamente? Los científicos ya lo han demostrado. Se ha
experimentado con miles de ratones y ratas a través de los años, exponiendo
deliberadamente sus pulmones a material radioactivo
.
Los numerosos resultados científicos documentados son idénticos: cada ratón o rata obedientemente contrae cáncer de pulmón y luego muere. La teoría ha sido convertida en hechos científicos. El agente sospechoso (material radiactivo) causó el resultado sostenido (cáncer de pulmón) cuando es inhalado por mamíferos. La magnitud del riesgo de contraer cáncer de pulmón para los humanos originado por las partículas radioactivas en la atmósfera es real y significativa.
Los numerosos resultados científicos documentados son idénticos: cada ratón o rata obedientemente contrae cáncer de pulmón y luego muere. La teoría ha sido convertida en hechos científicos. El agente sospechoso (material radiactivo) causó el resultado sostenido (cáncer de pulmón) cuando es inhalado por mamíferos. La magnitud del riesgo de contraer cáncer de pulmón para los humanos originado por las partículas radioactivas en la atmósfera es real y significativa.
Fumar protege a los pulmones de las particulas radioctivas
El Profesor Gerhard Schrauzer, Presidente de la
International Association of Bio-Inorganic Chemists, testificó ante un comité
del Congreso de los EE.UU. en 1982 que se había comprobado
científicamente que ciertos componentes del humo del tabaco actúan como agente
anti-cancerígeno en animales de laboratorio. Continuó diciendo
que cuando cancerígenos conocidos (sustancias que causan cáncer) se aplican a
los animales, la aplicación de componentes del humo del tabaco los
contrarrestan.
Según el profesor Sterling de Simon Fraser University, en
Canadá: "Fumar estimula la formación de una delgada capa de moco en los
pulmones, "la cual forma una protección que evita que cualquier partícula
portadora de cáncer pueda penetrar en el tejido pulmonar."
Las mortales partículas radiactivas inhaladas por un fumador inicialmente podrían ser atrapadas por la capa de moco, y luego ser despedidas del cuerpo antes de que entren al tejido.
Quizás la industria nuclear no sea más que otra pieza del
puzzle del Nuevo Orden Mundial o NOM.
.
Más información en:
Aniversario Fukushima, el rayo atómico que no cesa. La mayor hecatombe de la industria nuclear. Tres años después.
[1] Se le llama MOX por Mixed Oxide Fuel (óxido de mezcla de combustibles). para no denominarlo por sus características reales, una mezcla de uranio y plutonio. Lo lógico sería llamarlo Combustible de Uranio y Plutonio (CUP es español o UPF - uranium and plutonium fuel - en inglés). por un lado, estas barras se pueden fundir más fácilmente, el metal se funde a temperatura inferior y encima son mucho más tóxicas si se disgregan o se dispersan porque hay plutonio que es mucho más radiotóxico que el uranio y, por otro lado, mucho más radiactivo. Afortunadamente hay muy pocos reactores con cargas de este tipo en el mundo.
[3] Eduard Rodríguez Farré y SLA, Casi todo lo
que usted deseaba saber algún día sobre los efectos de la energía nuclear en la
salud y el medio ambiente , Barcelona, El Viejo Topo, 2008.
[4] El bequerelio o Bq mide la cantidad de
radiactividad contenida en una muestra dada de materia, correspondiendo
"un becquerelio a aquella cantidad de elemento radiactivo en la que ocurre
una desintegración atómica por segundo."
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