El entrelazamiento quántico a
nivel cósmico
La ancestral frase “Como es arriba es abajo” es cada vez
más corroborada por la ciencia según avanzan los estudios de las distintas
disciplinas.
Pese a la mitología de las ciencias reduccionistas, las
actuales tendencias holísticas de las Ciencias están consiguiendo, primero de
forma teórica pero poco a poco también de manera empírica, hacer tambalear los
paradigmas de nuestras creencias.
La afirmación de la sabiduría primordial de que todo esta
unido, interrelacionado, cobra cada vez mas autenticidad a los ojos de la
ciencia, al comprobar la veracidad experimental del entrelazamiento quántico,
primero a nivel microscópico, después a nivel macroscópico, y ahora quizás
también a nivel cósmico.
Pero vayamos por pasos y repasemos antes algunos de los
agentes implicados tales como:
- Los agujeros negros
- Los agujeros de gusano
- El entrelazamiento cuántico
- El entrelazamiento a nivel macroscópico
- El entrelazamiento a nivel cósmico
Así como otras cuestiones relacionadas tales como:
- Las ondas gravitacionales, las superondas de Paul Laviolette y la onda de materia de De Broglie
- El espacio-tiempo
- La experimentación y los campos morficos
Los agujeros negros
Se cree que casi todas las grandes galaxias albergan al
menos un agujero negro supermasivo con una masa
equivalente a miles de millones de soles, y se sabe que estos agujeros negros
supermasivos se encuentran en el centro de la mayoría de las galaxias. El
objeto Sagitario A* (Sgr A*), que se encuentra en el centro de la Vía Láctea, suele ser considerado como un agujero negro
supermasivo, aunque también podria ser, según algunos cientificos, un 'agujero
de gusano'. Estos agujeros negros son estructuras con un peso de millones a
miles de millones de masas solares. Por ejemplo, la masa del agujero negro
supermasivo que se encuentra en el centro de la Vía Láctea se estima en
aproximadamente cuatro millones de veces superior a la del Sol.
En los últimos años los astrónomos vienen estudiando la forma en la que los agujeros negros 'engordan', y en el 2013, gracias a las observaciones iniciales del telescopio espacial WISE, de la NASA y del posterior seguimiento por los radiotelescopios ATCA, en Australia, y Gemini Sur, en Chile, se ha descubierto lo que parecen ser dos agujeros negros supermasivos en el centro de una galaxia remota que giran entre sí como si fueran compañeros de baile.
Según Chao-Wei Tsai, del Laboratorio de Propulsión a
Chorro de la NASA, los investigadores creen que el chorro de partículas de un
agujero negro ha sido desplazado por el del otro, como si de una danza con
cintas se tratara, y que si esto fuese así, es probable que los dos agujeros
negros estén bastante cerca y se encuentren entrelazados gravitacionalmente.
Ramesh Bhat, del Centro Internacional para Investigación
de Radioastronomía de la Universidad de Curtin (ICRAR), en Australia, indica
que: "Cuando los agujeros negros están a punto de unirse, emiten ondas
gravitacionales con una frecuencia que deberíamos ser capaces de
detectar".
Las ondas gravitacionales o gravitatorias, predichas por
Einstein, son ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo masivo
acelerado, y aunque los físicos están haciendo grandes esfuerzos para
detectarlas, aún no han podido ser observadas directamente.
Mediante los datos recopilados durante 20 años por el Observatorio Parkes, los investigadores han elaborado una pronta conclusión de que los agujeros negros supermasivos no ganaron masa únicamente a través de fusiones.
Quizás los agujeros de gusano nos den una solución.
Los agujeros de gusano
Otra predicción de la teoría de la relatividad de Albert Einstein implica a los agujeros de gusano (también llamados 'puente de Einstein-Rosen') como túneles en el espacio-tiempo que pueden comportarse como atajos directos para interconectar a los agujeros negros de puntos distantes en el universo.
Los físicos teóricos Juan Martín Maldacena, del Instituto
de Estudios Avanzados de Princeton, y Leonard Susskind, de la Universidad de
Stanford, argumentaron, de acuerdo a sus estudios, que los agujeros de gusano
son efectivamente nada más y nada menos que la conexion entre cada par de agujeros negros que se enredan entre sí tal como
predice la teoria de la relatividad.
Kristan Jensen, físico teórico en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York, indica en unas declaraciones a la revista 'LiveScience' que una cosa muy interesante es que, tal vez inspirados por los resultados de los dos estudios de Princeton y Stanford mencionados anteriormente, podamos entender mejor la relación entre el entrelazamiento cuántico y el espacio-tiempo.
El entrelazamiento
quantico
La mecánica cuántica sugiere que ciertas partículas pueden
estar vinculadas o entrelazadas por una señal, independientemente de lo lejos
que se encuentren. Este fenómeno físico conocido como entrelazamiento cuántico,
fue introducido en 1935 por Albert
Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen (paradoja EPR) para ilustrar lo que a
su juicio reflejaba una «incompletitud» de la Mecanica Cuantica. Einstein llamó
burlonamente a esta conexión, aparentemente absurda, como 'acción fantasmal a
distancia', por lo que propuso revisar la mecánica cuántica.
Siguiendo sus consejos, numerosos experimentos han
demostrado que el entrelazamiento cuántico es tan real que actualmente ya se
utiliza en muchas tecnologías y que puede servir de base tanto para futuras
tecnologías avanzadas, como para desarrollar los ordenadores cuánticos.
Por extraño que pudiera parecer a Einstein y a algunos de
sus contemporáneos, el entrelazamiento entre partículas cuánticas ha sido verificado
en el laboratorio en incontables ocasiones.
El entrelazamiento a nivel macroscópico
Un equipo de la
Universidad de Oxford, liderado por el físico Ian Walmsley, daba a conocer a
principios de diciembre del 2011 en la revista Nature que habían logrado el entrelazamiento de dos láminas de
diamante de 3 mm. de ancho por 1 mm. de grosor a temperatura ambiente con una
separación de 15 cm. entre sí.
El mayor logro ha
sido, según Walmsley, demostrar que la tecnología cuántica es factible en el
“mundo real”, en situaciones cotidianas propias de cualquier ambiente y sin
necesidad de crear unas condiciones limitadas y ajenas a la realidad a que
estamos acostumbrados.
En efecto, hasta este experimento, el problema del
entrelazamiento quántico era que se creía como un efecto muy frágil solo
posible de conseguir con unas condiciones extremas, solo alcanzables en un
laboratorio, tales como alcanzar un estado de temperatura cercano al cero
absoluto para acabar con cualquier fluctuación térmica, ya que ésta interfiere
de tal manera que destruye la coherencia cuántica.
Según va creciendo el número de elementos que
intervienen en el ambiente de experimentación, los fenómenos cuánticos van
despareciendo a medida que aumenta la interacción entre las partículas, algo
que limita sus múltiples posibilidades iniciales, y se entra en el campo de la
física clásica. Es el llamado principio
de decoherencia, por el que un objeto macroscópico ya no es afectado por la
“magia” cuántica y se comporta de acuerdo a las pautas clásicas a que estamos
acostumbrados.
Poco a poco se paso, con grandes medios y esfuerzos,
de solo entrelazar partículas fotónicas a lograr entrelazamientos primero entre
átomos y posteriormente entre moléculas. Todos los pasos anteriores han sido tumbados
de golpe por el experimento realizado en Oxford. El equipo ha logrado superar
la decoherencia consiguiendo que un objeto sometido a los principios de la
física clásica, de nuestra “realidad” cotidiana, actúe del mismo modo que lo
hacen las partículas subatómicas.
El entrelazamiento se ha efectuado entre los fonones de
dos láminas de diamante de manera que las dos láminas compartían un mismo
estado de vibración de manera interdependiente.
Un fonón es un estado básico de vibración de una red
cristalina siendo su comportamiento equivalente al de un fotón, siendo por ello
sus nombres parecidos.
El entrelazamiento
a nivel cósmico
Ahora en
el 2013, dos grupos independientes de investigaciones en Princeton y Stanford,
con la aprobación de otro grupo en Nueva York, nos sugieren que el
entrelazamiento cuántico puede estar relacionado con los agujeros de gusano y
los agujeros negros del universo, extrapolando los fenómenos quánticos del
microcosmos de las partículas al macrocosmos de las galaxias. Si las
afirmaciones de estos grupos de científicos son comprobadas como ciertas, la
mecánica cuántica y la relatividad general podrían establecer un puente de
conocimientos para empezar a comprender mejor los misterios del universo.
Las ondas gravitacionales, las superondas de Laviolette y la onda de
materia de De Broglie
En 1923 Louis-Victor de Broglie, físico francés de
principios del siglo XX, propuso la llamada hipótesis de De Broglie por la que a
cualquier partícula podía asignársele un paquete
de ondas materiales o superposición de ondas de frecuencia
y longitud de onda asociada con el momento lineal y
la energía. En 1924,
propuso en su tesis doctoral la existencia de ondas de materia, es decir que
toda materia tenía una onda asociada a ella.
Esta idea revolucionaria, fundada en la analogía con
que la radiación
tenía una partícula asociada, propiedad ya demostrada entonces, no despertó
gran interés, pese a lo acertado de sus planteamientos, ya que no tenía
evidencias de producirse. Sin embargo, Einstein
reconoció su importancia y cinco años después, en 1929, De Broglie
recibió el Nobel en Física por su trabajo.
La fórmula de De Broglie encontró confirmación
experimental cuando en 1927 un experimento probó que la ley de
Bragg, inicialmente formulada para rayos X y radiación de alta frecuencia,
era también válida para electrones lentos si se usaba como longitud de onda la
longitud postulada por De Broglie.
La ecuación de De Broglie se puede aplicar a toda la materia. Los cuerpos macroscópicos, también tendrían asociada una onda, pero, dado que su masa es muy grande, la longitud de onda resulta tan pequeña que en ellos se hace imposible apreciar sus características ondulatorias.
Muy probablemente esto sea también extrapolable a los
agujeros negros supermasivos de modo que tanto las ondas gravitacionales o
gravitatorias predichas por Einstein, que son ondulaciones del espacio-tiempo
producidas por un cuerpo masivo acelerado, como las superondas galácticas del astrofísico Paul Laviolette, probablemente no sean otra cosa
que la onda asociada a la materia de las entidades en cuestión, de modo que
dada su inconmensurable masa, su longitud de onda debe ser por lo tanto inconmesurablente
pequeña en lugar de inconmesurablente grande, como a priori cabria suponer,
siendo pues imposible de medir estas ínfimas ondas con nuestra tecnología
actual.
A pesar de ello los efectos de una onda gravitacional de
materia pueden ser tan devastadores como movimientos sísmicos y erupciones como
resultado de la alteración de la malla espacio-temporal, al tiempo que la
radiación que la acompaña generaría todo tipo de efectos electromagnéticos en
la atmósfera como un brutal e inesperado pulso electromagnético PEM/EPM que podría
quemar la gran mayoría de circuitos eléctricos y electrónicos del planeta en un
instante, pudiendo también originar una fuerza capaz de empujar al eje de la tierra,
como parece que ya sucedió también hace 23.000 años.
Pero no sólo sus impactos directos sobre la Tierra se presentan como muy inconvenientes, sino que las consecuencias que pueden ejercer sobre el resto de objetos cósmicos podrían iniciar una serie de dantescas carambolas cósmicas sobre nuestro planeta.
El espacio-tiempo
La expresión espacio-tiempo ha devenido de uso
corriente a partir de la teoría de la relatividad especial
formulada por Einstein
en 1905.
El espacio-tiempo
es el modelo matemático que combina el espacio y el tiempo en un único
continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados. En él se desarrollan
todos los eventos físicos del Universo, de acuerdo con la teoría de la relatividad y otras teorías
físicas. Esta concepción del espacio y el tiempo es uno de los avances más
importantes del siglo XX en el campo de la física y de la
filosofía.
El nombre alude a la necesidad de considerar
unificadamente la localización geométrica en el espacio y el tiempo,
ya que la diferencia entre componentes espaciales y temporales es relativa
según el estado de movimiento del observador.
Según la teoría del desdoblamiento, o antigua ley del
alfa y la omega, tanto el espacio como el tiempo están desdoblados para
permitir la vida.
Si bien es fácil comprender el desdoblamiento del
espacio, pues es muy normal desarrollar exactamente el mismo experimento o
experiencia en dos sitios iguales al mismo tiempo, es un poco mas complicado entender
el desdoblamiento del tiempo, pues si bien podemos desarrollar la misma experiencia,
en el mismo lugar pero en distintas horas, normalmente entendemos el tiempo
como algo lineal y nos resulta más difícil llegar a imaginar la posibilidad de
poder desarrollar la misma experiencia de manera simultanea en dos lugares
iguales pero en tiempos distintos que discurren simultáneamente pero a distinta
velocidad.
La experimentación
y los campos mórficos
Según Rupert Sheldrake: "Morfo viene de la
palabra griega morphe, que significa forma. Los campos mórficos son campos de
forma; campos, patrones o estructuras de orden. Estos campos organizan no solo
los campos de organismos vivos sino también de cristales y moléculas. Cada tipo
de molécula, cada proteína por ejemplo, tiene su propio campo mórfico -un campo
de hemoglobina, un campo de insulina, etc. De igual manera cada tipo de
cristal, cada tipo de organismo, cada tipo de instinto o patrón de comportamiento
tiene su campo mórfico. Estos campos son los que ordenan la naturaleza. Hay
muchos tipos de campos porque hay muchos tipos de cosas y patrones en la
naturaleza..."
Según él, ciertos fenómenos se
hacen más probables a medida que ocurren más veces, y ciertamente parece ser
que el empirismo le otorga la razón pues si bien cualquier nuevo experimento es
inicialmente difícil de replicar, a medida que avanzan el numero de replicas
favorables resulta cada vez menos complicada su replicación hasta el punto de su
normalización.
Conclusiónes
La realidad a la
que estamos acostumbrados comienza a desmoronarse poco a poco y estamos
asistiendo a un cambio definitivo de paradigma.
Estamos
pasando de unas creencias en las que el Determinismo (todo es previsible), la Secuencialidad
(todo tiene continuidad), la Objetividad (la realidad independiente del
observador), el Materialismo (todo es reducible a un origen material), el Epifenomenalismo
(lo subjetivo surge de lo objetivo en una escala ascendente), la Localidad (en
la que los procesos de causa y efecto son locales).
A
aceptar unas experiencias en las que reina la Indeterminación
(las posibilidades de un fenómeno en lugar de la certeza del mismo), el Salto
cuántico (la materia cambia de ubicación sin realizar recorrido
los intermedio) y la Subjetividad (el observador influye
sobre lo observado).
Los
objetos cuánticos sólo ofrecen posibilidades, no certezas. No se puede predecir
su desarrollo posterior, sólo establecer las probabilidades de que ocurra un
fenómeno u otro. Así, podemos decir cuáles son las opciones de que un electrón
esté aquí o allá en un momento determinado, pero no cuál será su posición
exacta.
El
doctor Amit Goswami, del
“Instituto de Física Teórica” de la Universidad de Oregón, desarrolló a finales
de los ochenta una serie de hipótesis en las que unió sus conocimientos de mecánica
cuántica con los principios de las tradiciones filosóficas orientales, de donde
salió una teoría a la que llama “idealismo monista”. Para Goswami, la
conciencia precede a la materia y no está condicionada. Es la base de toda
existencia. Entonces, la materia existe como posibilidad dentro de la
conciencia y ésta elige, entre las múltiples posibilidades, una concreta para
un suceso particular. Nuestra “realidad” no depende de las interacciones entre
los campos ni entre las partículas, sino exclusivamente de la opción de nuestra
conciencia.
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