La decisión de la Comunidad de Madrid de sacrificar a
Excalibur, el perro de la auxiliar sanitaria infectada con el ébola, causa
indignación a ciudadanos y científicos.
Una resolución de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid,
ratificada ayer por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de
Madrid, ordenó proceder a la eutanasia de Excalibur y al traslado y posterior
incineración de sus restos, tras haberse desestimado los dos recursos
presentados para evitar su muerte presentados por el abogado del presidente de
la asociación de Mascoteros Solidarios, el veterinario Carlos Rodríguez, quien se
habia hecho cargo de la custodia del animal
Esta mañana el Tribunal Superior de Justicia de Madrid informaba de que
el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Madrid había autorizado
a la Consejería de Sanidad a entrar en la vivienda de la enfermera contagiada
para que se procediera a coger al perro del matrimonio para su sacrificio.
Tras una jornada
muy ajetreada y tensa en Alcorcón, una furgoneta de la Universidad Complutense ha
trasladado al infortunado perro entre las protestas de los concentrados frente
a la vivienda donde estaba el animal.
En la operación, en
la que han intervenido una treintena de policías con material antidisturbios,
se ha rodeado la entrada al inmueble. La tensión ha crecido y la policía ha
terminado por cargar contra los manifestantes
resultando una persona herida.
El operativo se
ha retrasado debido a que los encargados de su desempeño se han negado a entrar
en la vivienda hasta disponer de los vestidos apropiados y seguros para
realizarla con garantías para su salud.
Oportunidad perdida de la marca España.
La confirmación
del sacrificio de Excalibur resultó un jarro de agua fría para quienes lo
consideraban importante desde el punto de vista científico y humano, a la vez que otra muestra de ineptitud de nuestros responsables en materia sanitaria.
Después de sus
compañeros humanos, el primer defensor de mantener al perro vivo era Eric
Leroy, director general del Centro Internacional de Investigaciones Médicas de
Franceville, en Gabón y el principal autor del único estudio sobre la exposición
de los perros al virus allí realizado, entre 2001 y 2002, como consecuencia de un
brote en humanos.
Para Leroy
conocer el papel de los perros en los brotes puede ser muy importante en África
y en Europa, porque las aldeas africanas afectadas están llenas de perros, al
igual que pasa en las ciudades europeas.
El experto
consideraba fundamental mantener a Excalibur con vida por las posibilidades de
estudio que ofrecía en el improbable caso de que hubiese llegado a contraer la
enfermedad, pues hasta el momento no hay suficientes estudios sobre la
transmisión del ébola de humanos a animales.
"Al perro de
Madrid hay que aislarlo, hacerle un seguimiento, estudiar sus parámetros
biológicos, ver si está infectado y averiguar si excreta virus. Es muy
interesante desde el punto de vista científico, no sirve para nada
matarlo", dijo Leroy a El País antes de que se supiera que el inocente
perro había sido sacrificado.
En opinión de
Leroy, si Excálibur, al que ni siquiera se le llegaron a realizar las pruebas
del ébola, hubiera contraído la enfermedad, lo habría hecho por contacto
directo con su dueña.
Con su inepto sacrificio
se esfuma toda posibilidad de estudio de modo que la incógnita de si los
humanos pueden contagiar a los animales de ébola continuará sin respuesta y con
ello la posibilidad de salvar muchas vidas.
Eric Leroy
Tras analizar
varias muestras de sangre canina se vio que había un pequeño porcentaje de
perros que presentaron "reacciones inmunitarias" pero "ni
presentaron síntomas de la enfermedad ni fallecieron".
Se demostró que
el ébola estuvo en su sistema inmune, pero en ningún momento el estudio
constató que los humanos fueran el origen de la transmisión, pues los perros
estudiados podrían haberse expuesto al virus mediante el contacto con otros
animales o por la ingesta de animales muertos.
Por el momento lo
único que se ha demostrado es la transmisión del ébola a humanos procedente de
murciélagos, simios e incluso algún antílope.
Descansa en paz Excalibur
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