El difícil y
especial problema de la conciencia
Parece que fue el filósofo australiano David Chalmers quien
introdujo la expresión “el dificil problema de la conciencia o “hard problem
of consciousness ” para referirse a la dificultad de explicar la aparición
de ideas abstractas y conceptos intelectuales a partir de sensaciones físicas,
en contraste con los “easy problems”
relacionados con la explicación de otras habilidades del cerebro mas fáciles de
explicar como la discriminación y la reacción del cerebro antes estímulos
externos, la integración de información, los estados mentales, la concentración
de la atención y el comportamiento.
La naturaleza de la conciencia es uno de los grandes problemas que la ciencia tiene por resolver.
Es un problema muy difícil y especial, que ni siquiera
sabemos bien como abordarlo. No somos tan siquiera capaces de concebir muchas hipótesis
sobre su naturaleza. Es decir, cuando estudiamos la naturaleza íntima de la conciencia
ni siquiera sabemos lo que estamos buscando y quien no sabe lo que busca
difícilmente podrá entender lo que encuentre. Quizás sea mejor así, sin un “a
priori” del observador, que sesgue los datos que encontremos.
Lo que más intriga a los científicos es cómo esa
actividad cerebral genera el estado consciente, es decir, cómo tiene lugar la
emergencia o cambio cualitativo que convierte la actividad de las neuronas y los
circuitos cerebrales, objetivamente mesurables, en percepciones conscientes tan
específicas y genuinas como el dulzor del dulce, la rojez del rojo, el dolor de
lo doloroso o el sentimiento de miedo, es decir, cómo son posibles las diversas
experiencias o percepciones conscientes, reales o ilusorias, que invaden
nuestra mente y que los filósofos llaman qualia[1], pero
que son difícilmente cuantificables y mesurables.
Si nos preguntamos cómo el cerebro hace posible la
experiencia consciente, es decir los qualia, ¿qué esperamos como respuesta?,
¿la manera de entender el cambio cualitativo del fenómeno fisiológico al
fenómeno mental, la transformación de las inferencias entre campos de energía
que denominamos materia como “realidad” consensuada en imaginación o
experiencia consciente subjetiva?
Seguramente, en el caso improbable de que llegásemos a
tener alguna explicación convincente sobre cómo la fisiología no consciente se
convierte en psique consciente, y en qué consiste esta última, es muy posible
que ese conocimiento no nos sirviera para mucho más que para satisfacer nuestra
curiosidad científica, sin aportarnos ninguna ventaja práctica.
Quizás el error de base sea el creer en una fisiología no
consciente. Quizás cada una de nuestras células sea consciente como postulan
Sir Roger Penrose y Stuart Hameroff en su teoría Orch-OR[2]
(objective reduction) según la cual las células, incluidas las de nuestro
cerebro incluyen estructuras cuánticas protoconscientes de “realidad”,
micromembranas que funcionan como transistores de un proceso universal que es
la conciencia, que se transmite como una “realidad”, como un mundo
fenomenológico.
Entonces quizás es más fácil aceptar que nuestra
mente se extienda fuera del cuerpo según la hipótesis de la mente extendida[3] del biólogo
inglés Rupert Sheldrake, según
la cual nuestra mente se expande a través de campos que nos vinculan con
nuestro entorno y los unos con los otros.
Siendo
así, nuestra conciencia podría
ser una especie de egregor[4]
emergente, resultado de una inferencia
entre nuestra inferencia, como cuerpo observador, y la inferencia con la
inferencia de la entidad observada.
Pero entonces, en esta supuesta hipótesis de multiversos de
inferencias concientes, pese a saber la naturaleza de nuestra conciencia, en última
instancia, seguiríamos sin poder definir la conciencia, aunque todos tengamos
la experiencia, esto es la qualia, de saber lo que es.
La ciencia no puede solucionar
el último misterio de la naturaleza y esto es porque, en el último análisis,
nosotros mismos somos parte de la naturaleza y por lo tanto parte del misterio
que tratamos de solucionar.
Max Planck,
Premio Nobel
de Física en 1918 por “los servicios prestados al progreso de la Física por su
descubrimiento de la energía cuántica”.
Fuentes:
http://pijamasurf.com/2014/02/la-conciencia-ha-existido-desde-siempre-y-conecta-a-nuestro-cerebro-con-el-universo-sugiere-teoria-cuantica/
[1] Los qualia (singular: quale,
en latín y español)
son las cualidades subjetivas de las experiencias
individuales. En el artículo de Thomas
Nagel ¿Cómo es ser un murciélago? se introduce una rudimentaria
definición de quale: [...] al margen de cómo varíe la forma, el hecho de
que un organismo tenga experiencias conscientes significa, básicamente,
que hay algo que es cómo es ser ese organismo. Por su parte, Daniel
Dennett identifica cuatro propiedades que son comúnmente adscritas a los
qualia, esto es, los qualia son:
- inefables; esto es, no pueden ser comunicados o aprendidos por otros medios diferentes a la experiencia directa.
- intrínsecos; esto es, son propiedades no relacionales, que no cambian dependiendo de la relación de la experiencia con otras cosas.
- privados; esto es, todas las comparaciones interpersonales de los qualia son sistemáticamente imposibles.
- directamente o inmediatamente aprehensibles en la conciencia esto es, la experiencia de un quale es saber que uno experimenta un quale, y saber todo ello es saber acerca del quale.
Es importante notar que el quale no
tiene el estatus de las propiedades observadas, las cuáles existen seguramente,
pero podrían ser erróneas. En su lugar el concepto de qualia es el primero y el
más dependiente de su propia definición, y la existencia de los qualia es
predicada sobre la existencia de las propiedades que llenan su definición. Así
si fuéramos a descubrir que existe una de tales propiedades como "qué es
tener cierta experiencia" pero esta propiedad fuera conocible por otros,
no sería un quale.
[2] Evidencia que podría sostener esto
proviene de la investigación de Anirban Bandyopadhyay, quien ha hallado
vibraciones cuánticos en los microtúbulos al interior de las neuronas. Estos
microtúbulos son microcomponentes estructurales del andamiaje celular. Hameroff
y Penrose teorizan que “la conciencia se deriva de vibraciones cuánticas en
microtúbulos, polímeros de proteínas en las neuronas, que gobiernan la función
neural y sináptica, y conectan los procesos de autoorganización del cerebro a
una escala fina, ‘estructuras cuánticas protoconscientes de realidad’.
[3] La idea básica de la hipótesis de
la mente extendida es tan simple que es difícil de entender. La
imagen de esta página está donde parece estar, en frente de sus ojos, no detrás
de sus ojos. No
está dentro de su cerebro, sino fuera de su cerebro. Así,
la visión implica a la vez un movimiento de la luz hacia el interior, y una
proyección exterior de las imágenes. A través de los campos mentales,
nuestras mentes llegan a alcanzar lo que estamos viendo. Si
nos fijamos en una montaña a diez millas de distancia, nuestras mentes se
extienden diez millas. Si miramos las estrellas distantes, nuestras mentes
alcanzan hacia fuera, a los cielos, a distancias literalmente
astronómicas.
[4] Egregor
es un concepto propio del ocultismo que viene a representar una “forma pensamiento”
o “mente colectiva de grupo”, esto es, una entidad psíquica autónoma
capaz de influir en los pensamientos de un grupo de personas. La simbiótica
relación entre un egregor y su grupo ha sido comparado con los conceptos
recientes no ocultistas de empresa o corporación
(como entidad jurídica) y el meme.