dimarts, 18 de febrer del 2014

Conciencia en el 2014



El difícil y especial problema de la conciencia


Parece que fue el filósofo australiano David Chalmers quien introdujo la expresión “el dificil problema de la conciencia o  hard problem of consciousness ” para referirse a la dificultad de explicar la aparición de ideas abstractas y conceptos intelectuales a partir de sensaciones físicas, en  contraste con los “easy problems” relacionados con la explicación de otras habilidades del cerebro mas fáciles de explicar como la discriminación y la reacción del cerebro antes estímulos externos, la integración de información, los estados mentales, la concentración de la atención y el comportamiento.

La naturaleza de la conciencia es uno de los grandes problemas que la ciencia tiene por resolver.

Es un problema muy difícil y especial, que ni siquiera sabemos bien como abordarlo. No somos tan siquiera capaces de concebir muchas hipótesis sobre su naturaleza. Es decir, cuando estudiamos la naturaleza íntima de la conciencia ni siquiera sabemos lo que estamos buscando y quien no sabe lo que busca difícilmente podrá entender lo que encuentre. Quizás sea mejor así, sin un “a priori” del observador, que sesgue los datos que encontremos.

Lo que más intriga a los científicos es cómo esa actividad cerebral genera el estado consciente, es decir, cómo tiene lugar la emergencia o cambio cualitativo que convierte la actividad de las neuronas y los circuitos cerebrales, objetivamente mesurables, en percepciones conscientes tan específicas y genuinas como el dulzor del dulce, la rojez del rojo, el dolor de lo doloroso o el sentimiento de miedo, es decir, cómo son posibles las diversas experiencias o percepciones conscientes, reales o ilusorias, que invaden nuestra mente y que los filósofos llaman qualia[1], pero que son difícilmente cuantificables y mesurables.

Si nos preguntamos cómo el cerebro hace posible la experiencia consciente, es decir los qualia, ¿qué esperamos como respuesta?, ¿la manera de entender el cambio cualitativo del fenómeno fisiológico al fenómeno mental, la transformación de las inferencias entre campos de energía que denominamos materia como “realidad” consensuada en imaginación o experiencia consciente subjetiva?

Seguramente, en el caso improbable de que llegásemos a tener alguna explicación convincente sobre cómo la fisiología no consciente se convierte en psique consciente, y en qué consiste esta última, es muy posible que ese conocimiento no nos sirviera para mucho más que para satisfacer nuestra curiosidad científica, sin aportarnos ninguna ventaja práctica.

Quizás el error de base sea el creer en una fisiología no consciente. Quizás cada una de nuestras células sea consciente como postulan Sir Roger Penrose y Stuart Hameroff en su teoría Orch-OR[2] (objective reduction) según la cual las células, incluidas las de nuestro cerebro incluyen estructuras cuánticas protoconscientes de “realidad”, micromembranas que funcionan como transistores de un proceso universal que es la conciencia, que se transmite como una “realidad”, como un mundo fenomenológico.

Entonces quizás es más fácil aceptar que nuestra mente se extienda fuera del cuerpo según la hipótesis de la mente extendida[3] del biólogo inglés Rupert Sheldrake, según la cual nuestra mente se expande a través de campos que nos vinculan con nuestro entorno y los unos con los otros.

Siendo así, nuestra conciencia podría ser una especie de egregor[4] emergente, resultado de una inferencia  entre nuestra inferencia, como cuerpo observador, y la inferencia con la inferencia de la entidad observada.
Pero entonces, en esta supuesta hipótesis de multiversos de inferencias concientes, pese a saber la naturaleza de nuestra conciencia, en última instancia, seguiríamos sin poder definir la conciencia, aunque todos tengamos la experiencia, esto es la qualia, de saber lo que es.


La ciencia no puede solucionar el último misterio de la naturaleza y esto es porque, en el último análisis, nosotros mismos somos parte de la naturaleza y por lo tanto parte del misterio que tratamos de solucionar.
Max Planck,
Premio Nobel de Física en 1918 por “los servicios prestados al progreso de la Física por su descubrimiento de la energía cuántica”.


Fuentes:

http://pijamasurf.com/2014/02/la-conciencia-ha-existido-desde-siempre-y-conecta-a-nuestro-cerebro-con-el-universo-sugiere-teoria-cuantica/



[1] Los qualia (singular: quale, en latín y español) son las cualidades subjetivas de las experiencias individuales. En el artículo de Thomas Nagel ¿Cómo es ser un murciélago? se introduce una rudimentaria definición de quale: [...] al margen de cómo varíe la forma, el hecho de que un organismo tenga experiencias conscientes significa, básicamente, que hay algo que es cómo es ser ese organismo. Por su parte, Daniel Dennett identifica cuatro propiedades que son comúnmente adscritas a los qualia, esto es, los qualia son:
  1. inefables; esto es, no pueden ser comunicados o aprendidos por otros medios diferentes a la experiencia directa.
  2. intrínsecos; esto es, son propiedades no relacionales, que no cambian dependiendo de la relación de la experiencia con otras cosas.
  3. privados; esto es, todas las comparaciones interpersonales de los qualia son sistemáticamente imposibles.
  4. directamente o inmediatamente aprehensibles en la conciencia esto es, la experiencia de un quale es saber que uno experimenta un quale, y saber todo ello es saber acerca del quale.
Es importante notar que el quale no tiene el estatus de las propiedades observadas, las cuáles existen seguramente, pero podrían ser erróneas. En su lugar el concepto de qualia es el primero y el más dependiente de su propia definición, y la existencia de los qualia es predicada sobre la existencia de las propiedades que llenan su definición. Así si fuéramos a descubrir que existe una de tales propiedades como "qué es tener cierta experiencia" pero esta propiedad fuera conocible por otros, no sería un quale.

[2] Evidencia que podría sostener esto proviene de la investigación de Anirban Bandyopadhyay, quien ha hallado vibraciones cuánticos en los microtúbulos al interior de las neuronas. Estos microtúbulos son microcomponentes estructurales del andamiaje celular. Hameroff y Penrose teorizan que “la conciencia se deriva de vibraciones cuánticas en microtúbulos, polímeros de proteínas en las neuronas, que gobiernan la función neural y sináptica, y conectan los procesos de autoorganización del cerebro a una escala fina, ‘estructuras cuánticas protoconscientes de realidad’.

[3] La idea básica de la hipótesis de la mente extendida es tan simple que es difícil de entender. La imagen de esta página está donde parece estar, en frente de sus ojos, no detrás de sus ojos. No está dentro de su cerebro, sino fuera de su cerebro. Así, la visión implica a la vez un movimiento de la luz hacia el interior, y una proyección exterior de las imágenes. A través de los campos mentales, nuestras mentes llegan a alcanzar lo que estamos viendo. Si nos fijamos en una montaña a diez millas de distancia, nuestras mentes se extienden diez millas. Si miramos las estrellas distantes, nuestras mentes alcanzan hacia fuera, a los cielos, a distancias literalmente astronómicas. 

[4] Egregor es un concepto propio del ocultismo que viene a representar una “forma pensamiento” o “mente colectiva de grupo”, esto es, una entidad psíquica autónoma capaz de influir en los pensamientos de un grupo de personas. La simbiótica relación entre un egregor y su grupo ha sido comparado con los conceptos recientes no ocultistas de empresa o corporación (como entidad jurídica) y el meme.